viernes, 23 de febrero de 2018

No soy un político

Decía Ortega y Gasset que las ideas se tienen, pero en las creencias se está. Esto viene a cuento porque vivimos en una democracia cuyo sentido tiene que ver con la responsabilidad política, la participación ciudadana y la búsqueda de una vida digna para todos. Esto es lo que creemos que significa democracia, nos guste o no. Si este sentido se pierde, si no se cumple aquello que esperamos, aparecen la indignación y el rencor, los populismos y nacionalismos excluyentes y, al final, las autocracias. La palabra «político» no se entiende fuera de esta creencia. Hace unos días nuestro actual ministro de Economía declaraba que no era un político, sino un economista que ha trabajado en política. Lo peor es que lo utilizaba como argumento para poder acceder al cargo de vicepresidente del Banco Central Europeo. O bien estaba de cachondeo o bien estaba excusándose de haber estado ocupando la cartera más importante del Gobierno. Pensemos un poco.

Si se refería a que nadie le había elegido, que no se había presentado en ninguna lista electoral, de acuerdo. Pero creo que la clave de sus declaraciones es cuando contrapone el político al tecnócrata, con quien se identifica. Es decir, ahora nos enteramos que, después de tanto salto del sector público al privado y vuelta a empezar, no sabemos si trabajaba buscando el bien público o el interés particular de las corporaciones. Lo que sí sabemos por desgracia es que España es el país donde más ha crecido la desigualdad. Esta es nuestra aportación a la construcción, mejor dicho, destrucción, de la idea de una Unión Europea.

Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (23/02/2018) El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo: http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/no-soy-politico_1130857.html

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