Antes de las vacaciones dedicamos un par de
columnas a pensar sobre las causas y consecuencias de la corrupción. Les
invitaba a debatir qué puede hacer la ética para romper el círculo
vicioso entre la desmoralización ciudadana y la corrupción. Pero no se
preocupen, nuestro ínclito presidente del Gobierno tiene ya una fácil
respuesta: ¡ignorarla! Gürtel, Púnica, Taula, Brugal, Palma Arena, etc.,
no han existido. Tampoco los cientos de casos de corrupción que han
dejado a nuestra comunidad sin dinero y con la reputación por los
suelos. Eso es historia pasada, algo que nada tiene que ver ni con su
partido ni con él. Si alguien se atreve a denunciar esta situación es
acusado de inquisidor.
Nuestro presidente ni dimite ni admite
responsabilidad política alguna. Él a lo suyo: lo importante, repite,
son los logros económicos que se están consiguiendo. Supongo que se
referirá a los sueldos miserables que reciben millones de trabajadores
en España, el sector turístico a la cabeza, al deterioro sanitario o a
la falta de expectativas que lastra la ilusión y el futuro de nuestros
jóvenes.
Pero este pleno ha dado más de sí. El siguiente número en
este circo ya es el no va más: hay quienes pretenden justificar una
república independiente porque están hartos de tanta corrupción, como si
la deshonestidad y la desvergüenza fueran cosa de los demás, como si no
hubieran hincado el diente en sus instituciones. La corrupción nada
tiene que ver con fronteras o cambio de banderas. Parece que la mayoría
de nuestros políticos nos toma por imbéciles. Esta sí es la razón
principal de tanta corrupción.
Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo. (01/09/2017)
El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo:
http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/corrupcion-no-existe_1090446.html
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