Es necesario pensar y debatir sobre lo que la democracia es, puede y
debe ser. Por una parte, porque es lo más valioso que hemos logrado para
organizarnos y vivir en común. Por otra, porque es el sistema más
vulnerable: depende de nuestra aceptación y compromiso diarios. Para
alcanzarlos, debemos acordar qué podemos esperar de la democracia. Y
aquí está el problema. Sartori, un buen pensador, fallecido estos días,
nos avisó: si no definimos bien la democracia corremos el peligro de
rechazar algo que no hemos sabido identificar y de recibir a cambio algo
que de ningún modo queríamos. Menos mal que tenemos unos expresidentes
de gobierno que se dedican a revelarnos la verdad. Uno de ellos, en un
ataque de originalidad, nos dice que la democracia es el menos malo de
los sistemas políticos conocidos porque, si bien no asegura un buen
gobierno, sí que nos permite echar a quienes lo hacen mal. Afirmación
bien preocupante porque confirma que los ciudadanos poco influimos en lo
que nos afecta y, además, porque no es verdad que sirva para arrojar
del poder a quienes no lo hacen bien. Hay quienes llevan años en el
poder a pesar de la corrupción, el clientelismo o el desgobierno.
Estas
afirmaciones pretenden equiparar democracia y política, apuntalando así
la actual partidocracia. Pero sabemos que también las instituciones
sociales y económicas forman parte de la democracia. Nuestra democracia
avanzará cuando la sociedad civil acepte su responsabilidad por lo
público, confirme su mayoría de edad y se independice de la colonización
de los partidos políticos.
Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo. (28/04/2017)
El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo:
http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/mejorar-democracia_1065460.html
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