sábado, 11 de abril de 2015

¿Tenemos una democracia?

La respuesta es afirmativa. Quizá la gente joven, los nacidos ya en democracia, no lo tengan muy claro. Pero sí que lo sabemos bien quienes vivimos bajo la dictadura franquista, aunque digamos acto seguido que tenemos una mala democracia Una democracia débil que se desvía cada vez más de lo que esperamos de ella, donde los que gobiernan no tienen poder y quienes de verdad lo tienen no son elegidos. Donde la política es esclava de la economía, un mero instrumento de esa mínima parte de la sociedad cada vez más rica y que exige el sacrificio de todos los demás. Parece que la recuperación económica no sea otra cosa que esperar resignados las sobras de una comida en la que no solo servimos la mesa sino que además pagamos la cuenta.
Desde su origen la democracia significa igualdad y no solo ante la ley o en las urnas. Esperamos de la democracia una situación donde todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades en educación, sanidad, empleo, etc. para vivir una vida digna. Si no se cumple, la democracia pierde crédito arrastrada por esta nefasta política que solo se preocupa por la suerte de unos pocos.
Dicen las malas lenguas que la democracia es un sistema a través del cual dos lobos y un cordero deciden qué van a cenar esa noche. Es fácil percatarse que los bancos y las grandes empresas no son el cordero. Como ciudadanos tenemos el poder para cambiar esta situación, siempre y cuando nos impliquemos y podamos ser protagonistas, no meros espectadores. Para este cambio es imprescindible la educación.
Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo. (11/04/2015)

El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo: 



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