Si me preguntaran qué es la ética les diría
que consiste en respetar, en tratar a todos por igual. Actuar moralmente
es actuar, nos dice Kant, considerando a los demás como fines y no como
medios, nunca como instrumentos para nuestro propio provecho. El hombre
es el único ser, repite este filósofo, que tiene dignidad y no precio.
Les
recuerdo estos conceptos porque leí el otro día un artículo sobre la
ética en la atención sanitaria. Quien lo escribe lleva el nombre de una
de las cinco multinacionales que acaparan el negocio de la salud en
España. Estas empresas están haciendo su agosto con el déficit de la
salud pública. Cuanto más recorta la pública, por falta de presupuesto
y, también por mala gestión, más gana la privada, vía conciertos y
convenios con los gobiernos. Solo en el 2017 más de 1.500 millones en
beneficios.
En este contexto, este caballero no tuvo pudor ni
vergüenza en afirmar que la sanidad privada sí que es ética, porque
atiende en el acto a los pacientes, mientras que la sanidad pública es
solo mala política, porque soporta largas listas de espera. Su apuesta
es que sea la iniciativa privada quien gestione la sanidad para que la
asistencia sea justa y correcta. ¿No les mosquea esta argumentación? ¿No
encuentran nada a faltar? Olvida que la sanidad privada es para quien
pueda pagarla, mientras que la pública se basa en la solidaridad e
incluye a todos los ciudadanos, con o sin dinero, porque la costeamos
con nuestros impuestos.
La sanidad no es un negocio, es un derecho, que, por supuesto, hay que saber gestionar.
Domingo García-Marzá. Catedrático de Ética (El Periódico Mediterráneo, 01/02/19). El texto se puede consultar en la dirección: https://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/negocio-sanidad_1202044.html
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