sábado, 24 de noviembre de 2018

Mejorar la universidad

Cuando escuchen que debemos cambiar la universidad pública, piensen que suelen referirse a su conversión en una empresa financiada por todos y donde solo unos pocos puedan estudiar. En plena sociedad llamada del conocimiento, donde el saber es la principal fuerza productiva, ya se imaginan lo que significa pocos. Hoy, en España, ocho de cada diez descendientes de familias pobres seguirán siéndolo. Y a esta injusticia le llaman eficiencia. La obligación de la universidad pública es ser inclusiva, no dejar a nadie sin oportunidades para llevar a cabo una vida digna.

Por supuesto que debemos mejorar. En primer lugar, necesitamos más autonomía, más capacidad para decidir frente a una administración que nos limita con sus bajos presupuestos y con el consiguiente servilismo partidista. Si no nos callamos, puede ser peor. En segundo lugar, se requiere una mayor participación de todos los implicados en la actividad universitaria. Corresponsabilidad es la palabra. No solo del alumnado, del personal de administración y del profesorado. También de los destinatarios del servicio público que ofrecemos: ciudadanos, municipios, empresas, etc. No olviden nunca que la responsabilidad es proporcional al poder. Por último, la institución universitaria tiene que responder de sus resultados, de sus avances en el logro de su objetivo, que no es otro que la transformación social. En nuestro caso, tenemos definido un plan de responsabilidad social, una rendición de cuentas trasparente. Corresponde al actual equipo de gobierno ponerlo en marcha y a la sociedad exigirlo.

Domingo García-Marzá. Catedrático de Ética (UJI). El texto se puede consultar en la dirección: https://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/mejorar-universidad_1186205.html

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