sábado, 26 de mayo de 2018

Ética y cumplimiento

 
El ministro Wert confirmó lo que ya sabíamos: las críticas a la universidad pública forman parte de una política sistemática de destrucción de lo público para convertirlo en un mercado, donde solo quienes más tienen pueden entrar. Pero le salió el tiro por la culata. Como indican todos los índices internacionales, y a pesar de los paupérrimos presupuestos, tenemos buenas universidades públicas.
Pero «buena» también tiene un sentido ético. Una buena universidad es aquella capaz de seguir unos valores, de autorregularse e introducir la transparencia y la participación como claves de su gobierno. Ya tenemos un código ético, ahora debemos elegir una comisión de ética en el claustro que se encargue de su seguimiento y control, formada por estudiantes, personal administrativo y profesorado, de forma paritaria y con idéntico poder.

Pero aún nos quedan dos piezas más para cumplir con las exigencias mínimas de una infraestructura ética. En primer lugar, una línea ética de alertas, sugerencias y denuncias que, de forma confidencial, permita la participación de todos en el seguimiento y cumplimiento del código ético, así como en la denuncia de malas prácticas. Y, por último, una memoria anual que informe a toda la sociedad de lo que hemos sido capaces de hacer. Por supuesto, siempre verificada externamente.

Con estos instrumentos de gestión nos dotamos de una base sólida para ser una buena universidad pública, una universidad responsable ante la sociedad. Una universidad de la que nos podamos sentir orgullosos.

Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (26/05/2018). El texto se puede consultar en la página web: http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/etica-cumplimiento_1149144.html

viernes, 18 de mayo de 2018

Buen gobierno universitario

El caso Cifuentes y compañía ha puesto de manifiesto lo que ocurre cuando una institución pública se crea y se gestiona para el uso y disfrute de un gobierno y de su partido. Al final, la universidad ve mermada su credibilidad, los ciudadanos las condiciones de inclusión, igualdad y calidad que esperan de sus impuestos. Mientras unos no pueden pagar un máster, otros tienen el título sin hacerlo. Esta es la razón por la que debemos disponer de una infraestructura ética que potencie las buenas prácticas y sea capaz de prever y denunciar las malas. En nuestra Universidad Jaume I hemos avanzado en la definición de este andamiaje ético, en los mecanismos que deben garantizar un buen gobierno universitario.
En primer lugar, hemos aprobado un código ético donde encontramos los valores que deben orientar nuestras actuaciones y las conductas que debemos seguir. Estas normas afectan por igual a los tres estamentos que conforman la comunidad universitaria: estudiantes, personal de administración y profesorado. Por supuesto, las primeras conductas se dirigen al gobierno universitario, estando la ejemplaridad a la cabeza de las mismas, seguidas de la transparencia y la participación. Esta es nuestra idea de un buen gobierno. Alguien puede pensar, y con razón, que la lengua no tiene hueso, que es muy fácil decir una cosa y hacer otra. Pues bien, sepan que somos la única universidad de España que tiene un sistema para controlar el cumplimiento de este código ético. Responsabilidad implica autorregulación. La próxima semana les cuento cómo lo hacemos.
Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (11/05/2018). El texto se puede consultar en la página web: http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/buen-gobierno-universitario_1147655.html

viernes, 11 de mayo de 2018

Justicia 4.0


La justificación que estos días más escuchamos acerca de la nefasta sentencia de la Manada es que no tenían más remedio, que el código penal constriñe y obliga a dictar este tipo de sentencias. Sin embargo y, por una vez, coincido con el ministro de justicia en que no es un tema de código penal sino de código mental. De sensibilidad, que queda más fino. La aplicación del código penal no es un asunto mecánico, neutral, matemático. Los jueces cuando aplican la ley hacen su propia interpretación y, por lo tanto valoración, de cuáles fueron las circunstancia, de cómo se produjeron los hechos, de qué atenuantes o eximentes existieron, etc. Si no fuera así, deberían temblar los jueces porque en una economía 4.0 se quedarían sin trabajo, pues sería muy fácil crear un algoritmo que los reemplazara. Esto es, una fórmula matemática que introduciendo las premisas dictaría, incuestionablemente, la sentencia. Vamos, bastaría con apretar un botón del teclado o echar una moneda en la ranura.

Fíjense si tengo razón que, delante del escándalo, van a recuperar una comisión de expertos --que estaba formada por veinte varones y ahora será paritaria-- para dilucidar que lo que están interpretando es pasividad, jolgorio y regocijo o sufrimiento, dolor y miedo. Las críticas ante tal despropósito han hecho recular la propuesta y ahora permiten que un par de expertas dejen el cubo y la fregona y puedan opinar. Efectivamente, les hace falta mucha formación sobre qué significa vulnerabilidad y, en especial, qué implica la igual dignidad de las personas. No se deslegitima el derecho por las críticas sino al revés, se crítica al derecho por su falta de legitimidad.



Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (11/05/2018). El texto se puede consultar en la página web: http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/justicia-4-0_1146187.html

viernes, 4 de mayo de 2018

Sentencias inmorales


En plena indignación por la sentencia de la Manada, el juez del voto particular, que dijo apreciar en la violación de una joven por cinco hombres, «ambiente de jolgorio y regocijo», manifestó que solo habla «en autos y sentencias». Y muchos pensamos que mejor estaría callado o, al menos, hablando en cualquier otro sitio que no tuviera consecuencias para los demás, en este caso para la intolerable indefensión de las mujeres ante la violencia machista. Cinco energúmenos forzando a una joven, además grabándolo, y los jueces no ven violencia ni intimidación. Yo no estoy tranquilo, sí conmocionado ante tanta injusticia.

La sentencia ha sido cuestionada y contestada por todo tipo de asociaciones y organizaciones, incluso por la ONU, por condenar a los acusados por abuso y no agresión sexual. La opinión pública ha sido unánime: es una sentencia inmoral porque hace caso omiso de la vulnerabilidad de la víctima. Vulnerabilidad que, según el representante de los jueces --elegido por el Gobierno en un claro ejemplo de lo que se denomina división de poderes--, tiene en el derecho su máximo protector. ¡Pues vaya protección!

Según el ministro de Justicia, el juez del voto particular «tiene un problema singular». Estamos todos de acuerdo es que si no aclara a qué se refiere solo le queda dimitir, por mentiroso o por cobarde. Para ser juez, al igual que para ser profesor, no es suficiente con ganar unas oposiciones. Hace falta un poco de humanidad y mucha ética profesional. La justicia es demasiado importante para dejarla en manos de profesionales, también son personas.


Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (04/05/2018). El texto se puede consultar en la página web:http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/sentencias-inmorales_1144759.html