martes, 13 de julio de 2010

Conferencia de Aurelio Arteta: "Pasiones democráticas"

Aurelio Arteta, Catedrático de Filosofía Moral de la Universidad del País Vasco, realizó la quinta y última conferencia del Ciclo “La democracia hoy: retos para una nueva ciudadanía” organizado por el área de Filosofía Moral de la Universitat Jaume I de Castellón. Arteta, autor de libros como la Parva Política (1995) y La virtud en la mira. Ensayo sobre la admiración moral (2002), así como miembro fundador del partido Unión Progreso y Democracia (UPD) y cabeza de lista por Navarra en la elecciones del 2008, presentó bajo el título de “Pasiones democráticas” algunas de las ideas centrales de su pensamiento filosófico sobre la democracia y las virtudes ciudadanas.

El autor analizó las deficiencias que afectan al sistema democrático argumentando que, si bien el gran mérito de la democracia estriba en la imposición de un procedimiento en la vida pública, el gran fracaso se produce en el momento en el que el contenido de la democracia queda relegado por el simple aspecto formal. En este sentido, Arteta denuncia que la deliberación democrática está perdiendo todo su peso frente a la votación, de forma que el momento de la deliberación está siendo sustituido por el de la decisión, llegando a una situación en la cual “se ha eliminado lo que eleva a la democracia sobre cualquier otro modo de gobierno: la argumentación pública de la palabra pública como el instrumento básico de las resoluciones sobre lo común”. Un aspecto que nos aboca a una democracia donde los asuntos de todos son resueltos por unos pocos, donde “la plaza pública cierra sus puertas y lo que es preciso ver se torna invisible”.


Arteta reclamó la necesidad de distinguir los votos de las razones y la relevancia de acabar con la política basada en los sondeos de opinión. Una tendencia que nos puede acercar peligrosamente a un gobierno de encuestas, en el cual se hacen más relevantes los grandes ingenieros sociales que los programas políticos y los parlamentos. Ante esta tendencia el filósofo reivindicó la relevancia de consolidar una democracia con demócratas, es decir, un sistema donde los políticos deliberan empleando buenos argumentos y donde los ciudadanos son educados en la palabra pública y en la conciencia de su valor. Un sistema donde se produce, en definitiva, una continua deliberación seria que lleve a buscar buenas razones para tomar buenas decisiones.


El autor señaló, además, que para que se produzca dicha deliberación es esencial consolidar ciertas virtudes ciudadanas, considerando la tolerancia activa como uno de los pilares fundamentales. Así concluyó que frente a la extendida forma de tolerar pasivamente actual, una tolerancia pasiva, falsa y vacía que consiste en adoptar un posicionamiento indiferente y escéptico ante todas las cuestiones morales (una postura que lleva a tolerar lo intolerable), se necesita consolidar una forma de tolerancia activa que “tan sólo tolera porque no renuncia a la búsqueda de la verdad o del bien más apropiados”. Una tolerancia que reconozca, en suma, que no todo vale, que no renuncia a poner en discusión diferentes ideas o valores y que está decididamente comprometida en buscar las mejores opciones de juego para consolidar una convivencia pacífica.

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