El catedrático de teoría política de la Universidad de Humbolt y director del Centro de Estudios Políticos de Berlin (WZB) impartió la semana pasada la cuarta conferencia que se enmarca dentro del ciclo “La Democracia hoy: retos para una nueva ciudadanía”, organizado por el Departamento de Filosofía y Sociología de la Universitat Jaume I, con el título de “Democracia enraizada y defectuosa”.
El autor, que adquirió notoriedad en los medios de comunicación de España tras formar parte del comité de sabios que asesoraba en la confección del programa electoral de 2008 de José Luis Rodríguez Zapatero, reflexionó sobre las condiciones necesarias para poder determinar los países en los que se consolida una democracia enraizada, y distinguir, de esta manera, aquellos lugares en los que se instala una forma débil de la misma. Wolfgang Merkel resaltó la necesidad de mirar con atención las características que definen a cada democracia para observar como el optimismo adoptado ante el proceso conocido como la “tercera oleada de democratización” (iniciado en las décadas finales del siglo XX) es desmesurado cuando se analiza el funcionamiento real de algunas de las denominadas democracias.
Para demostrar esta idea el autor señaló la relevancia de definir con “claridad las condiciones necesarias para poder hablar de una democracia enraizada, es decir, una democracia consolidada que se acerca a los presupuestos ideales que se le presuponen”. Según Merkel, la existencia funcional y normativa de una democracia a nivel interno depende concretamente de la interdependencia e independencia de cinco condiciones parciales: 1) un régimen electoral democrático como una condición básica, aunque no suficiente, para la existencia de un gobierno democrático; 2) la posibilidad de participación política, entendida más allá de la mera acción de votar; 3) la garantía de los derechos civiles, con un Estado de derecho garante de los mismos que reconozca, a su vez, la limitación del ejercicio de su poder; 4) la división efectiva de poderes estatales entre los órganos legislativo, ejecutivo y judicial; y 5) la consolidación de unas condiciones que permitan gobernar de manera efectiva a los representantes políticos que no deben estar sometidos a presiones externas por otras fuerzas (como el ejército, por ejemplo). Según Merkel, en aquella democracia en cuya estructura se respeten estas cinco condiciones se estaría hablando, al menos internamente, de una democracia enraizada con unas condiciones favorables que la alejarían de la democracia defectuosa en sus diferentes versiones: la democracia exclusiva, la democracia tutelada, la democracia iliberal o la democracia delegativa.
De esta forma, el autor consideró fundamental abandonar la idea según la cual la mera celebración de elecciones cada cuatro años es un requisito suficiente para hablar de una democracia en sentido pleno, pues aunque este proceso sea necesario no es, ni mucho menos, suficiente. En esta línea Merkel concluyó que la división real de poderes, el respeto a los derechos civiles y la capacidad de que la ciudadanía participe en la política a través de la sociedad civil y la esfera pública son otras condiciones básicas por las que se debe seguir luchando en el siglo XXI para que el ideal de la democracia se expanda de manera real a nivel mundial.
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