Hace un par de semanas hablábamos de la
desvergüenza de algunos ministros que ante su salida a Europa afirmaban
que no eran políticos, solo tecnócratas. Debe haber cundido el pánico en
el Parlamento Europeo pues más de cuarenta eurodiputados de todos los
países han enviado una carta al presidente advirtiendo de las
vinculaciones de nuestra ministra de Agricultura con la industria de
fertilizantes. Ahora ya no son los fondos de inversión. Mira que le
gusta a nuestro Gobierno poner el zorro a guardar las gallinas.
Un
conflicto de interés se produce cuando se confunde el interés general
con el interés particular, sea de una persona, un partido o una empresa.
Es decir, cuando los intereses generales, se entiende de todos los
ciudadanos, presentes y futuros, se ponen al servicio de los intereses
particulares, afectando al juicio independiente y a la toma de
decisiones. Por eso, en todos los ámbitos, más aún en el gobierno, se
debe evitar cualquier situación que los permita. La integridad de la
acción y de la persona se pone en duda, se genera desconfianza primero,
indignación después.
La ministra de Agricultura llegó al cargo
desde la empresa más importante de España, por no decir de Europa,
productora de fertilizantes. España, en contra de la UE, se opone a que
la nueva regulación baje los niveles de Cadmio, compuesto cancerígeno
donde los haya, porque si así fuera, dice sin vergüenza alguna, nos
sacaría del mercado. La pregunta es a quién, ¿a nuestra salud? ¿A la de
nuestros hijos y nietos? Se refiere, por supuesto, a la industria
agroquímica. Más claro, agua.
Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo (23/03/2018) El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo: http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/conflicto-intereses_1136897.html