Una de las ideas principales que se postulan en el
libro Democracia monitorizada en la era
de la nueva galaxia mediática. La propuesta de John Keane es que movilizaciones
ciudadanas como el 15-M pueden ser entendidas como un “subproducto” más de las
tendencias monitorizadores que se consolidan en ciertas democracias
contemporáneas (Keane, 2009). Subproductos entre los que encontramos otros
posibles como los movimientos #Occupy Wall
Street y #Yo132 o como la recientemente proliferación de organizaciones y
plataformas tales como CorpWatch, Indymedia, Wikileaks, Anonymous, Avaaz.org,
MoveOn, etc. y que a pesar de sus diferencias y peculiaridades comparten que una
parte destacada de acción política se centra en aplicar un escrutinio público
sobre los centros de poder.
En este sentido, es relevante
destacar que gran parte de los esfuerzos (y también éxitos) del 15-M se han
centrado en escudriñar las acciones llevadas a cabo por los representantes políticos
y los núcleos de poder. Las denuncias públicas sobre los déficits de la ley
electoral, las quejas ante el mantenimiento de abusivos privilegios
parlamentarios en época de masivos recortes presupuestarios aplicados sobre
servicios sociales, las protestas ante la inmunidad que presentan los abusos de
poder del sistema financiero y bancario (con el caso Bankia a la cabeza) o las
dudas sobre el correcto funcionamiento de instituciones como el Senado que
mantiene dinámicas arcaicas y obsoletas, son solo una pequeña muestra de los
procesos de monitorización que se han difundido desde la aparición del 15-M.
Además este movimiento ciudadano ha
monitorizado las actuaciones policiales ante protestas llevadas a cabo en
diversos lugares, especialmente la abusiva respuesta policial ante las
protestas estudiantiles en Valencia en febrero de 2012. Asimismo, la Plataforma
de Afectados por la Hipoteca (PAH), no sólo ha sido capaz de concienciar al
gran público de las clausulas abusivas de muchas hipotecas bancarias y la
necesidad de regular –y asegurar legalmente- la dación en pago –temática hoy
incorporada a la agenda política tradicional-, sino que en el primer año del
15-M logró detener más de 180 desahucios.
Al mismo tiempo, los indignados han logrado
introducir sus demandas en la agenda tanto mediática como política. Han sido
capaces de incorporar, en la esfera pública, temáticas que no eran planteadas
por los medios tradicionales – influyendo sobre los mass media así como creando sus propios medios de comunicación
alternativos con la formación de emisoras digitales como Ágora Sol o revistas
como Madrid15m- y han mostrado la potencialidad de la red para movilizar a la
ciudadanía con protestas y campañas masivas en las redes y en las calles en las
que se denuncian la opacidad, la corrupción o las problemáticas que afectan a
ciertas instituciones.
En suma, la acción del movimiento del 15-M es una lucha
por lograr una “democracia real” que se inicia con la demanda de más
transparencia por parte de los representantes y de las instituciones y con la
exigencia de una mayor responsabilidad de estos actores, pues tal y como apunta
el manifiesto del movimiento para iniciar el cambio “es necesaria una Revolución Ética” (Manifiesto de Democracia Real Ya). El 15-M, como uno de
los casos paradigmáticos de ejercicio de monitorización que se extienden en la
actualidad, reclama mantener bajo un estricto control a los actores con poder a
la vez que lucha por acabar con las concentraciones de poder al considerar que
“la acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad,
crispación e injusticia” (Manifiesto
Democracia Real Ya).
Uno de los ejes centrales del movimiento 15-M se ha basado en la denuncia
pública de los casos de opacidad, de corrupción y de irresponsabilidad de los
actores con poder. La monitorización ejercida ha servido para impedir el
silenciamiento de noticias incómodas, para presionar a los representantes a
adoptar una política más responsable y para cuestionar públicamente los
problemas que afectan al sistema democrático con el fin de corregirlos. El 15-M
constituye, en definitiva, un buen ejemplo de movimiento que escrudiña el
sistema político español y en este sentido el concepto de democracia
monitorizada permite entender las dinámicas y la trascendencia de este tipo de
movilizaciones así como su dependencia del espacio 2.0, aunque queda abierta la
pregunta si este modelo de democracia es capaz de satisfacer todas las
expectativas y demandas de una ciudadanía que reivindica “más democracia” y más
participación ciudadana.
Material disponible: