viernes, 20 de mayo de 2016

El valor del trabajo

Consideramos el trabajo un bien que nos permite alcanzar aquello que queremos ser, es parte de nuestra vida. Sin embargo, nuestro lenguaraz presidente de la CEOE ha declarado esta semana que el “trabajo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX”. En el siglo XXI, nos dice, el futuro del empleo habrá que “ganárselo todos los días”. Con lo que uno piensa que hasta ahora los trabajadores se habían dedicado a tocarse las narices.
Estas declaraciones se relacionan con otras famosas sentencias suyas como aquellas que pedían reformas que duelen pero curan; o cuando decía que había que pagar más impuestos y tener menos servicios; que mejor era trabajar un par de horas que no trabajar; que la incorporación de las mujeres al trabajo es la razón de nuestro alto nivel de desempleo, etc. Hoy sabemos quiénes han pagado impuestos, quiénes están sufriendo y quiénes se han llevado “fuera” los beneficios de estas medidas.
No, no es que este señor tenga la lengua suelta. Es una técnica muy antigua: repetir y repetir un mensaje hasta que cale hondo en nuestro ánimo y aprendamos a estar agradecidos por un salario que apenas permite a millones de personas salir de la precariedad y de la pobreza. Así hasta que entendamos que el valor del trabajo no depende de nuestra contribución a la generación de riqueza, sino de la misericordia de quien nos contrata.
La vida no es fácil, nos decía también su predecesor en el cargo, todo un ejemplo de trabajo serio y respetable. Pero la dificultad no es la misma cuando se ganan millones de euros al mes aprovechándose de los salarios miserables.
Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo. (20/05/2016)
El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo: 
http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/valor-trabajo_993687.html

sábado, 7 de mayo de 2016

Universidad pública, pero no para todos

Hemos vivido con la idea de que una universidad pública debe incluir a todas las personas que tengan motivación y voluntad para estudiar. Por eso nos indignamos al comprobar que muchas familias ya no pueden enviar a sus hijos a la universidad pública por no poder pagarla, que muchos estudiantes no se matriculan en un máster oficial por su excesivo coste. La razón, ya de por sí injusta, no radica en que los jóvenes deban trabajar para ayudar a la economía familiar, la mayoría están en paro, sino porque son caras. Mientras, las becas son cada vez menos y de menor cuantía. Si se pretende que a la universidad pública solo lleguen quienes tengan dinero, lo están consiguiendo. Fíjense solo en un dato que estos días aparece en los medios: el precio del grado en España es veinte veces más caro que en Alemania. Sí, han leído bien. La matrícula cuesta aquí, de media, 1.110 euros, en Alemania 50. Pero es que en Suecia, Noruega y Finlandia es gratis. Son países más avanzados que nosotros precisamente porque respetan y fomentan la igualdad de oportunidades, saben que solo así es posible progresar hacia una sociedad mejor, económica y socialmente hablando.
Mientras que solo a un banco hemos tenido que inyectarle más de 40.000 millones para arreglar sus chanchullos y desatinos, desde 2010 se han rebajado los presupuestos universitarios en 1.384 millones. Hagan números y verán como sí que es posible una universidad pública inclusiva, gratuita y de calidad, pero no se quiere. Algunos gobiernos tienen miedo de que nos quedemos sin mano de obra barata para el sector servicios. Así nos va.
Domingo García-Marzá. El Periódico Mediterráneo. (29/04/2016)
El texto se puede consultar en la versión digital del Periódico Mediterráneo: 
http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/contra/universidad-publica-no-todos_989707.html